domingo, 4 de octubre de 2009


ELLA

Decías dulcemente y junto con la brisa
enredabas tus manos a mi mano serena.
Remembranza sutil en la noche sin prisa.

Inquietud en tu ayer al repetir la escena,
sacio ya de nostalgia. Con mi luna, sin luz,
ambicioné eclipsar la razón de tu pena.

Marcador de distancias entre Ella y mi cruz:
supo darte, feraz, yema de tu simiente,
perpetuando su imagen en eterno trasluz.

Imposible emular hecho tan concluyente,
no fui la tierra fértil tan ansiada por ti.
Jurabas no tener ese sueño ferviente,
y en piadosa ficción vivías junto a mí.

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